La memoria construye futuro
El 11 de febrero de 1983 se inauguró el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (CEMOS), dos meses después apareció el primer número de Memoria en calidad de boletín.
La creación de ambos instrumentos respondía a una coyuntura específica, que cruzaba distintos registros de la lucha política que llevaban adelante las izquierdas. El más significativo del momento fue la transformación radical de la izquierda mexicana, que emprendió un intenso proceso de modernización de su programa y comenzó con el fortalecimiento de un proyecto hacia la unidad. Para dar pasó a ese proceso la dirigencia del Partido Comunista Mexicano, vio como necesaria la disolución del Partido y la fusión con otras organizaciones para crear al Partido Socialista Unificado de México (PSUM). En 1982, el PSUM, siendo aún una fuerza minoritaria logró una importante campaña electoral, cuando Arnoldo Martínez Verdugo y las izquierdas recuperaron la presencia pública-nacional, simbolizada en el cierre de dicha contienda presidencial, en el recordado “Zócalo rojo”, del mes de julio.
La fundación del CEMOS y la publicación de Memoria respondió al entonces urgente proyecto de conservar el pasado inmediato de la izquierda, aclarando los principales problemas que a lo largo de la historia dicha línea política enfrentó. Los primeros números de Memoria responden, ante todo, una reflexión histórica sobre la historia del Partido Comunista Mexicano y de los principales sindicatos. Solo hacia finales de esa década –con la elección de 1988 en particular– la coyuntura comenzó a ganar un espacio privilegiado en la reflexión y el análisis. De manera similar, la reflexión sobre la caída del socialismo soviético tuvo una fuerte presencia en las páginas de la revista.
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Desde sus inicios la revista Memoria, aunque se ha publicado como parte de los trabajos y actividades del CEMOS, ha sido un espacio con relativa autonomía que ha preponderado la pluralidad de maneras de entender el espectro político de la izquierda, logrando con ello una amplitud de miras e incorporación de perspectivas políticas a veces confrontadas. Esto ha sido un signo positivo para la incentivación del debate sin perder una línea clara sobre cada coyuntura política. El marxismo, el feminismo, la historia del tiempo presente, el testimonio y distintos debates sobre acontecimientos políticos y sociales han tenido lugar en sus páginas.
Actualmente, en una época marcada tanto por la melancolía o por lo que un autor ha denominado el exceso de memoria, el trabajo del CEMOS y de la revista Memoria han intentado escapar a los rituales. No se trata de osificar la memoria como un acto perdido, muerto o inalcanzable. Se trata de activar la memoria para imaginar el futuro y reinventar las alternativas. Se trata de dislocar las historias lineales –así sea en un acto conmemorativo de las izquierdas– para trazar las múltiples historias y posibilidades que se jugaron en la lucha del pueblo mexicano. La intención, antes y ahora, es la de hacernos cargos de la herencia de generaciones anteriores, no como una propiedad privada, sino como un baluarte que se entregará a las generaciones por venir.
Hoy como ayer, sin memoria no hay futuro, porque la memoria produce el horizonte de visibilidad y de acción sobre el cual construiremos las alternativas a la pesadilla del capital.
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